viernes, 28 de agosto de 2009

El otro

Me veo sentada debajo de la mesa del comedor. Encima de la mesa está mi tazón de café —veo aún claramente los dibujos de la porcelana— el cual me disponía yo a arrojar por la ventana en el momento en que mi abuela entró en la habitación.
Aquella mañana no se había ocupado nadie de mí, y en la superficie de mi café con leche se había formado una capa de nata, cosa que me daba, y me da aún, mucho asco.
Aquel mismo día nació mi hermano, dos años y medio menor que yo. Por eso nadie me hacía caso.
Me han contado que aquel día estuve insoportable; en el almuerzo tiré de la mesa el vaso favorito de mi padre; luego ensucié repetidamente mis vestidos, y desde por la mañana hasta por la noche hice gala de un malísimo humor. También una muñeca que tenía fue objeto de mis iras, quedando destrozada.

Primer recuerdo infantil (dos años y medio) de una joven casada, de diecinueve años.
En el ensayo «Un recuerdo infantil de Goethe en "Poesía y verdad"» de Sigmund Freud, Psicoanálisis del arte. Alianza Editorial, Madrid, 1991.

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